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Todos tenemos una madre, esa persona que siempre está pendiente de nosotros, que nos mima como si siempre tuviéramos 5 años, esa mujer que tenemos en un pedestal, por lo menos yo a la mía así la tengo. Un cariño tan sincero, desinteresado y verdadero solo existe en las madres.

En esto creo que todos o la inmensa mayoría de la gente estará de acuerdo conmigo, pero a veces, las madres nos lo hacen pasar un poco mal.


Recuerdo cuando yo tenía quince años, es una edad complicada en la que tu imagen hacia los demás es algo extremádamente importante. Es esa edad tonta en la que empiezas a jugar a ser mayor. Un día estando en casa, mi madre entró en mi habitación.

-Vamos, ven conmigo que te voy a comprar ropa- me dijo.
-¿Ahora?- le pregunté
-Si, que luego no tengo tiempo, vamos en un momento-
Siempre me echaba a temblar cuando me quería comprar ropa, porque, por más que le insistía para que me diera el dinero y se quedara en casa, no podía convencerla.
-A saber lo que te compras tú- me decía.
Ya sabía lo que me esperaba, ella elegía un pantalón.
-Mira Samuel, que bonito este pantalón¡¡¡-
Un pantalón de la época de la guerra.
-No, que no me gusta-
-¿por qué?, si es bien bonito-
-a mi me gusta este- y yo le enseñaba otro.
-No, ese no- Me decía
-¿por qué?-
-Ese no-
-¿pero por qué?-
-Porque no me gusta-
-pero si lo voy a llevar yo, no tú-
-toma pruébate éste, a ver como te queda-
Bueno, que por no escucharla, me tenía que ir al probador de la tienda de ropa, una tienda a la que toda la juventud iba, incluso ahora sigue funcionando. La tienda gozaba de una juvenil decoración, música de fondo y lo peor de todo, chicas jóvenes y guapas para atenderte.

Mi madre me daba el pantalón de la época de la posguerra, yo lo cogía con desgana.
-Bueno, me lo pruebo y así me deja en paz- pensaba
Me metí en el probador, una suerte de cubículo de cincuenta por cincuenta con una cortina a modo de puerta. No importa como la pongas siempre te van a ver por los lados, así que, después de estar un rato colocándola para que no me vieran en calzoncillos. mi madre ya estaba afuera impaciente.
-venga ya, ala¡¡¡-me metía prisa.

Una vez colocada la cortina de modo que el incesante ir y venir de la gente de la tienda no me podían ver, me quité las deportivas, me quité el pantalón, lo doble como pude en la mini banqueta que allí había, me dispuse a coger el pantalón prehistórico y en ese momento. Puuuuuummmm¡¡¡
-¿Cómo te queda?- mi madre había descorrido la cortina de par en par y allí, todo el mundo, las chicas que trabajaban allí incluídas, me vieron en calzoncillos, con mis "patas de alambre".
-!!!!!¿¿¿Pero que haces???¡¡¡¡- le grité al tiempo que intentaba volver a correr la cortina, pero era imposible, ella seguí buscando el pantalón y agarrando la cortina mientras la gente se reía.

Cuando salimos de la tienda, eso si, con el pantalón que yo quería, nos dirigimos a la tienda de zapatos.
-Ahora vamos a cogerte unas deportivas y esas, las tiras- me dijo.
-vale- le seguí la corriente.
Su manía es coger algo nuevo y lo viejo, a la basura, no importa que aun sirva.

Llegamos a la zapatería. Después de lo que me había hecho en la tienda de ropa, su forma de compensarme fue dejarme elegir las zapatillas que yo quisiera. Una chica se acercó.
-¿Os puedo ayudar en algo?- se ofreció
-Si- dijo mi madre con gesto simpático- necesito unas zapatillas para el chico- le pidió a la chica que no pasaba de los 20 años. Mi madre me estaba tratando como un niño delante de una chica guapa y que sólo me pasaba cinco años, que vergüenza.

Una vez que elegí un modelo de zapatillas, le pedimos mi número, la chica nos los dio, yo me los probé.
-¿qué tal, como te están?- Me preguntó mi madre ante la mirada servicial de la chica.
-Me están un poco pequeñas- Le dije.
-Pero eso es porque son nuevas- sentenció ella.
-espera que miro a ver si hay un número más- dijo la veinteañera mientras se alejaba hacia el almacén.
-¿Te están muy prietas?- me preguntó mi madre como queriendo decir, ahora que la chica no está , me puedes decir la verdad.
-joder¡¡¡, claro que me están un poco justas- Le contesté
y ahí fue cuando me hizo una pregunta que me dejó helado.
-pero, ¿te has cortado las uñas?-
Me quedé atónito, blanco, sin sangre.
-Pero ¿qué dices?-le reñí- ¿Te crees que soy un cerdo o que?-
-Vale, vale- me dijo como si yo hubiera reaccionado de una manera desproporcionada.
-Estas loca, eh- le dije.
Mi madre me había formulado esa pregunta pero, al menos, la chica no estaba delante.
Eso me dejó más tranquilo.
La chica volvió.
-aay¡¡¡, lo siento no tengo más talla de ese modelo-
-vale, vale, no te preocupes- la consoló mi madre. La chica se marchó a atender a una mujer.
-¿que hacemos te las quedas o no?-
-Tu crees que darán de sí- le pregunté
-claro, en cuanto las lleves un poco- me informó
-vale, venga, me las llevo- decidí.
Cogimos la caja con las deportivas dentro y nos acercamos al mostrador donde había una cola de personas para pagar. Detrás de nosotros, al poco rato se incorporó más gente. Llegó nuestro turno, la joven y guapa chica nos volvió a saludar con una sonrisa.
-Qué, ¿al final se las lleva?-
-si, que nos las quedamos- le contestó mi madre.
la chica cogió la caja hizo no se qué con el ordenador y mientras estaba haciendo todo eso mi madre cogió dos cuchillos de cocina y me los clavó en el pecho. Bueno no hizo eso, pero creo que me hubiera dolido menos que lo que pasó a continuación.
-Le están un poco pequeñas (las deportivas) , pero ahora vamos a casa a que se corte las uñas a ver si así le valen- dijo mi madre con la mayor de las simpatías como si llevar las uñas como un velociraptor fuera algo normal. La chica me miró con incredulidad mientras yo quería morirme.
La veinteañera no le respondió, le dio la caja de zapatos, los cambios y salimos de la tienda. En ese momento me pinchan y no me sacan sangre.

Esa fue la última vez que mi madre me acompañó a por ropa.

Bueno, con ello, no se si me quiso castigar por algo que había hecho, algún día se lo preguntaré. Me despido una vez más hasta la próxima entrada.

un abrazo, se os quiere¡¡¡¡
Samvel Areh


Nota: Si te apetece dejar un comentario, cosa que siempre agradezco, por favor no olvides poner tu nombre o tu nick.

5 comentarios:

  1. jajajajajaja me imagino la verguenza
    que tuviste que pasar pobree mi hijo
    jajajaja las madres son asin samuel
    y muchas veces es como si nosotros
    no tuviesemos nuestra propia decision
    y saber lo que nos gusta
    yo tanbien pasaba mucho coraje con esa edad no te creas eh,
    el pelo sienpre bien cortito
    esto te queda mejor que pesada dios,

    pero es verdad una madre es una madre y nadie nunca te podra querer
    como una madre.
    otra cosa que recuerdo cuando era niño
    y solia tener anginas me cojian muy fuerte, y con fiebre y recuerdo
    que no podia ni beber agua ni comer
    ni nada, yo ya veia a mi madre sufriendo,me preparaba un ponche
    con yema de huevo leche y azucar
    ella le llamaba ponche
    toma enrique tomate esto sin ganas
    que tiene alimento tomatelo
    por favor me decia
    yo me moria del asco fua no podia
    daba un trago y me queria morir

    hasta hoy en dia mi madre dice
    mi enrique es el mejor de mis 3 hijos
    desde que se caso y se fue se fue la alegria de mi casa dice todavia
    jajajajajaja
    por eso yo digo que madre solo hay una y cariño como el de una madre no existe en nadie
    bueno cuidate mucho y hasta la proxima

    enrique

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  2. jajajajajajajajaja ahy por fabor si solo queremos lo mejor para bosotros desagradecidos jajajajajajajaja ke no pobrecico

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  3. ay Samuel, me kedao con la intriga..... al final te cortaste las uñas al llegar a casa o no??? jajajajajajajajajjajaja Si no lo preguNto... reviento!! jajajajaja

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  4. jajajajja todas madres son iguales jjaja son unicas

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  5. jajajajaja imagino la verguenza que te ha pasado... creo yo que todas las madres son así. Y como tu dices, madre solo hay una.

    Besitossss

    *Simone*

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