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Seguro que muchos de vosotros sois de los que se ríen al ver a una persona que se cae de boca contra la pared o el suelo, por las escaleras, dando una voltereta en el aire, rondado cuesta abajo, en fin, hay muchas maneras de caerse y de eso va esta publicación.

Yo no soy de caerme al suelo, siempre he tenido buen equilibrio pero, como el resto de los mortales, alguna vez lo pierdo. Una de las peores caídas que sufrí fue cuando tenía 12 años y volvía del colegio. Fue algo sencillo, eran las cinco de la tarde, la hora a la que salíamos de clase, así que venía corriendo de camino a casa contento de poder dejar el antro que era mi clase. Tal era la carrera que llevaba que me tropecé, caí sobre mis rodillas y me hice un poco de daño. La cosa no hubiera sido más grave que eso de no ser
porque, con lo grande que es la calle, fui a caer de rodillas encima de una mierda, no era normal, parecía más una masada de mortero de alguna obra cercana que una mierda. Mis pantalones quedaron preciosos con aquellas rodilleras marrones que se me quedaron estampadas. No me quedó otra que volver a casa, sufriendo arcadas, pues soy muy escrupuloso, mi madre casi me mata,-pero ¿Dónde te has metido?-me gritaba.

En el instituto, sonó el timbre que anunciaba el descanso de 10 minutos para ir a la cafetería y tomar algo, allí había de todo, yo siempre me compraba un bocadillo recalentao que daba asco, pero el hambre es muy mala. Al ser solamente diez minutos de tiempo, la gente salía en estampida hacia el bar. Dos escaleras anchas una frente a la otra convergían en el hall donde la puerta del bar estaba situada entre ellas. Cada una de las escaleras correspondía a un ala del instituto. Imaginad la gente corriendo por las escaleras como si les persiguiera Carmele Marchante desnuda con ganas de darle al mambo.

Entre toda esa gente estaba yo, no iba a dejar que me quitaran mi bocadillo rancio. Tenía que llegar antes que ellos. Tuve la mala suerte de resbalarme gracias a la cera que echan las de la limpieza, se ve que era una manera de evitar que algunos llegaran vivos al bar y así habría bocadillos de mes anterior para todos, bueno, resbalé y, claro, caí encima de los que estaban bajando delante de mí. Estos, a su vez, cayeron encima de los de más abajo y asi hasta que llegué hasta la puerta del bar montado en sobre un montón de gente que se quejaba, yo no me hice nada, el montón de gente me hizo las veces de colchón.

Sin querer les había pisado las tripas, los riñones, las caras, y todo sin querer, creo que no me dejé a ninguno sin pisotear. Al darme cuenta de semejante cuadro, toda la gente de la escalera de en frente se quedó mirando, me levanté como pude, con disimulo, como si yo no hubiera tenido la culpa y me metí en el bar mientras la gente ayudaba a los "heridos". En el bar me esperaba un montón de bocadillos rancios para mí solo. Escogí los dos que tenían mejor aspecto y me senté a comermelos. Nadie pareció darse cuenta de la que armé sin querer.


Otro día estábamos mi primo Juan, mi hermano Toño y yo en casa de mis tíos. Yo por entonces llevaba gafas, ahora uso lentes de contacto porque si no, no vería ni el teclado del pc.
-Vamonos- Dijeron los dos
-Venga vámonos- Contesté. Me despedí de mis tíos. En esa casa había una escalera hecha para personas de un metro y cuarenta centímetros. Al bajar tenías que agacharte si no te querías quedar sin cabeza porque hacia la mitad de la escalera había una especie de techo de la otra correa de escaleras, las de arriba.

Mientras me despedía de mis tíos, mi hermano y mi primo bajaron. Yo me apresuré a alcanzarlos. Con las prisas me olvidé del saliente que había en el techo. Con toda la fuerza de la carrera me pegué en la frente con tal fuerza que los pies se me levantaron, y con las punteras, pegué en el techo, caí de riñones en las escaleras y me pegué en un codo y en la nuca, bajé rodando y me quedé allí en el sitio. Vamos que me pega una paliza una banda callejera y no me hubiera dolido tanto. Al escuchar el ruido, ellos dos que estaban en el portal, se giraron para verme bajar rodando por las escaleras.

Corrieron en mi auxilio pero cuando me vieron con las gafas torcidas y quejándome me soltaron otra vez, les dio un ataque de risas. Al final me ayudaron a levantarme, no me dolía mucho pero después en casa, me dolía todo el cuerpo, la espalda, la cabeza, el codo. Me tomé hasta una aspirina y toda la tarde tumbado en el sofá, muerto.


En otra ocasión estaba en casa de mi primo Ángel.
-Bueno primo, me voy a casa que ya es tarde- Le dije.
-Vale, hasta mañana- Me contestó mientras yo salía y él seguidamente, me cerraba la puerta, siempre me lo hace. Se olvida de que en esa escalera (nada 15 ó 20 escalones) no hay luz, no se porqué. Total que por no llamar, ya era tarde, me dispuse a bajar a oscuras poniendo la mano en la barandilla para poder guiarme. Todo parecía ir bien, solo parecía.

En el piso de arriba, vecinos de mi primo, vive otro matrimonio con hijos y eso hijos dejan cosas en el portal, que pueden ser peligrosas cuando bajas a oscuras porque tu primo te la ha jugado cerrándote la puerta.

Las escaleras ya habían terminado así como la barandilla, el portal se adivinaba delante de mí pero cuando puse el pie para bajar el último escalón no encontre el firme de un pavimento. Eso que había pisado tenía ruedas, como acto reflejo me sujeté sin querer a una especie de manillar y aquello empezó a rodar por el portal.
-!!Coño¡¡, ¿pero que es esto?-
Cuando pude parar eso a lo que me había subido abrí la puerta del portal. La luz de las farolas de la calle entró y fue entonces cuando vi lo que era. Un patinete con dos ruedas y un manillar que algún niño, como un terrorista, había colocado estratégicamente al final de la escalera para que la gente se diera una vuelta sin saber a lo que se subía. No sabeis la sensación de esperar el firme del suelo y encontrarte de repente subido a algo con ruedas que no sabes lo que es y es que, encima, me agarré al manillar y todo. No me maté porque Dios no quiso.

Aun hoy, a mi primo, no se le ha quitado la costumbre de cerrarme la puerta. Otra persona hubiera usado un mechero pero yo no fumo y no tengo, o hubiera sacado el móvil, pero tampoco tengo. Así me pasó lo que me pasó.

Bueno, una vez más espero haberte hecho reir.
Un abrazo, se os quiere
Samvel Areh

4 comentarios:

  1. hayyy mi pobre, te me imaginao callendote
    encima de una plasta de perro y me da mucha fatiga, que penica honbreeee
    pero bueno aunque tubieses que tirar el pantalon y darte una buena ducha lo inportante esque no te pasara nada
    creo que fue peor el golpe bajando las escaleras y darte el golpe en la cabeza
    hay si que podias averte hecho bastante mas mal que el que te iciste
    ami leyendo esto que te apasao
    me da mucha fatiga, ahora lo que si es para morir
    lo del instituto la que formaste eh jajajajaja
    tu saltando por encima de la gente jajajajaja
    menos mal que te sirvieron de colchonetas
    jajajajaja

    bueno espero que ya nunca tengas que contar
    caidas asin de malss
    mejor que te caiga una loteria
    y te acuerdes de mi jajajajajajaja
    un abrazo campeon hasta la proxima

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  2. jajajajaajaj, es que cuando ves a alguien que se cae o se la pega, te entra esa risa floja e incontenible que te da mucha vergüenza cuando ves que la persona que se ha hecho daño se te queda mirando, pero es que no puedes evitarlo. Y aún te sigues riendo cada vez que te acuerdas del porrazo. O cuando te lo cuentan con todo lujo de detalles, y te haces tu propia imagen del suceso. jejejejeej, ay que risa Maria Luisa.

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  3. Pero nennnnnnnnnnnnn
    tu eres el pupas
    jajajajajaj

    Lo que me llego a reir con tus historias
    no pares, ehhhh

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  4. jajja .. que pasada cuidate , Samuel no sea que te caigas y la proxima vez salgas montado en un ferrari...

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