Blogger templates

20:02
0
Recuerdo un fin de semana en el que, como es tan natural, salí por ahí, de bares y discotecas por una zona de ocio llamada "El tubo". Todas las personas de Tudela que lean este blog lo conocerán, si o si. Bueno, el caso es que entramos a uno de los pequeños bares que hay en esta zona del casco viejo de Tudela. No voy a decir el nombre porque no me da la gana hacerle publicidad. Cuando instale en este blog un espacio en blanco en el que diga "Tu anuncio aquí" y me pague, pondré el nombre del bar. Si no, NO.

Como decía, entramos en el bar, con dificultad nos acercamos a la barra a codazo limpio, el local estaba a reventar, y entre la música alta y las voces de la gente, pude llamar la atención de la señora que está a cargo de la barra junto a su hijo. Es una señora de unos ... ( a ver, cuidado, no vaya a meter la pata y le eche más años de los que tiene y la próxima vez que vaya escupa en mi vaso) ... digamos que podría ser mi madre ( o mi abuela ). Su hijo, tendrá más o menos mi edad.
La camarera me miró con gesto de ( Dime lo que quieres rápido que tengo a 300 borrachos más que atender ) mientras subía y bajaba sus cejas. Le pedí lo que queríamos y la mujer se giró para preparar nuestras consumiciones sin ningún preámbulo. Al hacer esto me fijé en que llevaba su larga y rizada melena atada con una goma, supuse que era para paliar , de alguna manera, el calor o simplemente por comodidad. Fue algo que no me llamó la atención, lo que si lo hizo fue algo que vi justo en la parte alta de su coleta.

Era algo verde, de un tamaño considerable, no se, tendría por lo menos 10 ó 12 cm, tenía patas largas y un culo alargado. Cuando me fijé bien, cosa que fue algo difícil pues la mujer se movía mucho mientras se afanaba en servirnos, pude comprobar de que aquello que llevaba en el pelo no era otra cosa que una mantis religiosa, y si no lo era, se le parecía mucho.

Me giré hacía mi ex-cuñada y le pregunté que qué era eso que llevaba en el pelo la camarera. Mientras ella se fijaba, barajé la posibilidad de que aquello fuera alguna suerte de coletero hortera.  Mi ex-cuñada se lo dijo a su amiga y las dos llegaron a la conclusión de que aquello era un bicho de verdad. Yo les discutí, eso no podía ser un bicho, era demasiado grande y además, no se movía del pelo.

Finalmente la camarera se giró hacia nosotros y nos puso las consumiciones sobre la barra.

-!Eh¡ espera - Le dije yo -¿Eso que llevas en el pelo es un bicho o es un coletero?- La mujer me miró con cara de no saber muy bien a lo que me refería - Llevas un bicho gigante en el pelo- Le aclaré yo. La pobre mujer, no sabía si era una broma o si era verdad lo que le decía yo pero hizo gesto de echarse las manos al pelo pero en el último momento el miedo y el asco se lo impedían.

Ante esa impotencia y ese miedo o asco, la mujer se giró hacía su hijo que estaba sirviendo a la gente sin parar, y le habló al oído. El hijo la volteó sujetándola por los hombros con cara de incredulidad, pero esa gesto fue reemplazado al instante en cuanto vio a semejante bicho en la cabeza de su madre. Se apartó de ella como por instinto mientras decía algo que no pudimos entender a causa de bullicio del bar. Supongo que le corroboró que, en efecto, tenía un alien en el pelo porque la mujer se puso a dar saltitos y a pegar gritos incapaz de quitarse el bicho de la cabeza.

El hijo no parecía tener muchas ganas de quitarle ese insecto enorme a su madre, así que buscó con la mirada por la barra hasta que agarró una revista que enrolló al instante para usarla a modo de garrote.

La madre comenzó a moverse, el miedo no le dejaba estarse quieta, esto hizo que al hijo le fuera muy difícil atinarle al bicho, como consecuencia, la mujer recibió los garrotazos por todos los lados, por los hombros, por la cara, los ojos, por todo, menos en el lugar en el que estaba el bicho mientras que el hijo, con cara de apuro, parecía pedirle que se estuviera quieta.

Mi amiga y mi ex-cuñada miraban estupefactas mientras a mi me daba un ataque de risa por ver semejante cuadro. Finalmente, después de la paliza que recibió la pobre mujer, el hijo atinó a darle al insecto que cayó al suelo y murió a causa de un pisotón enfurecido.

La cara de la camarera reflejó en ese momento el más grande de los alivios, a pesar de tener la cara marcada por la agresión de su propio hijo y de tener el pelo como un zarzal, el hijo se giró y siguió con su tarea de servir. Yo no me contuve, me dolían los costados. La mujer me miró pero no pareció importarle, le podía más el alivio de haberse librado de su bonito coletero viviente.

Bueno, espero que nadie se halla sentido ofendido por el relato, mi intención no es reírme de nadie. Bueno, si, pero sin malos rollos. ¿Quién sabe? a lo mejor, en un futuro esta publicación hace que el bar reciba más visitas. Ahora voy a decir el nombre del bar por si queréis ir a tomaros algo allí. Su nombre es "Escudo".

Bueno, un abrazo muy fuerte a todos.
Se os quiere mucho. Nos vemos en el Escudo con una caja de mantis religiosas.

SamvelAreh.

0 comentarios:

Publicar un comentario