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Una vez me contaron una historia, una fábula que me llamó mucho la atención por siniestra. Fue hace mucho tiempo, y casi no recuerdo los detalles pero voy a intentar contárosla a mi manera.

Un hombre joven, de unos 30 años fue acusado de un delito que no había cometido y lo que es peor, fue condenado a 3 años de cárcel. Aquel hombre lloró y lloró, suplicó por su libertad y clamó su inocencia pero nadie le escuchaba, sólo esperaba la visita de su mujer para, al menos, poder tener su consuelo.
Después de una semana lo trasladaron a otra celda con un compañero muy particular.Era un anciano, decrépito y enfermo. Sus barbas blancas lucían un aspecto que sólo los años de dejadez podían dar. Su mirada apagada denotaba que no le quedaba mucho de vida.

-Bienvenido hijo- Lo saludo con gesto cansado
-Hola abuelo- Le contestó el joven sin mucho ánimo
-Veo que estás muy apagado, ¿Cuánto llevas aquí dentro?- le preguntó el anciano
-Sólo una semana, me han echado tres años- contestó

El viejo lo miró en silencio con una mirada indescriptible.

-Es una lástima pagar por algo que no has hecho- Dijo de repente.

El joven se quedó sorprendido

-¿Cómo sabe usted...?-
-hijo, yo se muchas cosas de ti-
-¿De qué me conoce?- preguntó el joven.
-¿Yo? , no te conozco de nada- contesto mientras sonreía
-Entonces... ¿Porqué ha dicho eso?-

El anciano se levantó con movimientos torpes y pesado y se sentó al lado del joven.

-Se por que estás aquí, todo fue una trampa, algo premeditado- Le dijo el anciano.
-Pero...-
- shhh- lo interrumpió -Tu mujer, esa que finge quererte tanto fue la que te ha metido en todo esto-
-Usted está loco, déjeme en paz, no quiero seguir escuchando- dijo el joven mientras se ponía de pie.
-Ella está justo en este momento en tu casa, en la cama con otro hombre-
-!!Cállese¡¡- le gritó - no siga diciendo tonterías.
-Se que te cuesta creerme pero tu mismo te vas a convencer cuando la veas-
-Por el amor de Dios¡¡ estoy encerrado aquí dentro no puedo ir a verla- protestó el joven.
-Yo puedo hacer que salgas de aquí-

Aquella frase hizo que el joven cambiara de actitud y se mostrara interesado en lo que aquel viejo tan extraño podía decirle aunque todavía sentía desconfianza, seguramente era a causa de aquella mirada tan penetrante y oscura.

-¿Quien es usted?-
-Eso no importa, hijo, escucha con atención. Existe un modo de salir de aquí cuando te apetezca, Un modo que yo mismo he practicado a lo largo de los años que llevo aquí encerrado- Le contó el viejo

El joven se negaba a creer a ese viejo loco pero la curiosidad podía con él.

-No seas desconfiado, no tengas miedo de un pobre viejo que sólo te quiere abrir los ojos- lo tranquilizó - sólo tienes que tumbarte en la cama para poder ir a tu casa y comprobar que lo que te he dicho es verdad-

Aquel joven se tumbó en la cama con cierto temor mientras aquel viejo se quedaba junto a él.

-Tranquilo, relájate y cierra los ojos- El viejo puso sus huesudas y arrugadas manos en la frente de aquel joven y comenzó a recitar unas palabras que nunca antes se habían pronunciado, palabras que resbalaban por el aire y se perdían en el tiempo.
Una luz se formó delante de los ojos cerrados del joven. Cuando esa luz se disipó pudo ver que estaba flotando en el aire, allí dentro de la aquella celda.

Allí en la cama se pudo ver a sí mismo, era su cuerpo y junto a él, aquel viejo que se volvió y lo miró.

-Ahora eres libre de cruzar la pared, ir a tu casa y comprobar que lo que te he dicho es verdad- Le ordenó aquel viejo.

El joven cruzó la pared, voló a través de la distancia y llegó a su hogar. Allí dentro, en su dormitorio vio a su mujer con otro hombre, los dos hacían el amor con pasión.

Con un dolor en el corazón volvió a la celda intentado asimilar aquella realidad tan cruel. Su propia esposa le había tendido una trampa para encerrarlo en la cárcel y poder vivir con su amante.

-Dentro de tres años saldré y podré tener mi venganza, puta¡¡- pensó con odio.

Llegó a los muros de la prisión, los atravesó, entró al patio, después a los pasillo y llegó a su celda. Allí estaba su cuerpo con los ojos cerrados. El anciano decrépito estaba tumbado es su cama, parecía estar dormido.

Se acerco a su cuerpo e intentó entrar de nuevo en él. Lo intentó pero no pudo.

-¿Qué pasa?- pensó con terror

Lo intentó una vez más pero su cuerpo rechazaba su espíritu. De repente su cuerpo abrió los ojos y lo miró con una media sonrisa. Abrió la boca y le habló.

-Lo siento hijo- dijo su propia voz -pero no quiero morir en esta cárcel, ahora tu cuerpo es mío, un cuerpo joven que dentro de tres años tendrá la libertad. A ti sólo te queda ocupar mi antiguo cuerpo, enfermo, decrépito y condenado a cadena perpetua-


De esa manera aquel extraño anciano le robó su identidad, su vida, su juventud y su pronta libertad.

2 comentarios:

  1. Sí es verdad, un final muy triste. Esta escrita nos hace reflexionar sobre nosotros mismo.
    Y como a veces por inocencia o por creer que no tenemos más salida, nos dejamos llevar por malos consejos, opiniones... Y no confiamos en nosotros.
    Una fábulo muy interesante Samuel. Gracias por compartir.

    Besosss guapo,

    *Simone*

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  2. que lastima, lo condenan sin tener culpa de nada
    y encima la que le forma el viejo pedorro
    jajajajaja,
    al final se queda con el cuerpo del anciano
    con 2 cuernos y preso que desgraciao
    tanbien el pobre jajajajaja
    aunque da mucha lastima
    yo al menos mis ultimas fuerzas
    hubiese matao al viejo pedorro, aunque matase a mi mismo cuerpo pero tanpoco el lo disfrutaria que lastima de honbre
    y con 30 años
    menos mal que es una historia
    pero ami me adao mucha lastima
    y coraje al mismo tiempo jajajajajajaja
    bueno samuel cuidate y hasta la proxima

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