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Como mucha gente, yo también soy miope. Si hijos míos, si. Yo uso gafas, bueno usaba, ahora uso lentes de contacto, gracias a ellas mi vista es nítida. Aún recuerdo la primera visita al oftalmólogo.

Había estado sufriendo dolores de cabeza y pesadez de ojos en la escuela así que, con catorce años, mis padres me llevaron al oculista. El problema se solucionó con un par de gafas.

Siempre recordaré mi primer par de gafas, eran HORRIBLES, tenían un tamaño desproporcionadamente grande, era redondas y de sus patillas colgaba una cuerda para que, en caso de accidente, no se me cayeran al suelo, que le daban un aspecto todavía más ridículo.

Esas gafas no eran normales ¿cómo podían vender semejante cosa en una tienda en la que presumían de tener el último alarido en moda de gafas? Me daba mucha vergüenza llevarlas puestas pero a pesar de ello, las llevé. El médico me dijo que si no las llevaba la miopía iría a peor. Yo tan obediente y responsable no dije ni mu y me limité a hacer lo que me dijeron, hacer el ridículo en la escuela.

-!!!Cuatro ojos¡¡¡- Me gritaban en el patio
-Comeos "tos mis mierdas"- Le decía yo.

A parte de eso fue una delicia poder ver la pizarra de forma nítida además, los dolores de cabeza desaparecieron.

Llevé esas gafas hasta los 16. Fue entonces cuando se me rompieron por "accidente", momento que aproveché para pedir otro modelo diferente y más chulo. Unas gafas montadas al aire de forma alargada me dio un nuevo look. Mucho más cómodo con mi aspecto aguante las gafas hasta los 18 cuando, en clase de canto, mi profesora me vio sin gafas al quitármelas para limpiarlas con la camiseta.

-Oye, Samuel, tienes unos ojos muy grandes- Dijo casi asustada.
-¿Por?- Le pregunté como diciendo, ¿a qué viene esto?

Debido a la graduación de los cristales, estos hacían que mis ojos parecieran más pequeños, al quitarme las gafas me los vio, de ahí su sorpresa. Hasta entonces no me había percatado de ese efecto de los cristales de mis gafas.

-Samuel, tienes que quitarte las gafas, ponte lentes de contacto por que vas a estar mucho más guapo- Me aconsejó ella.

Ni corto ni perezoso me acerqué a la primera óptica que vi y pedí cita para que me viera el oftalmólogo. Al otro día estaba sentado esperando mi turno.

Si os digo la verdad, nunca antes había tenido tanto miedo. Hasta ese entonces me era imposible meterme nada en el ojo, ni siquiera un puto colirio. Mis ojos eran retráctiles, se metían para adentro como los de los caracoles cada vez que veían que algo se les acercaba.

-Joer ¿qué voy a hacer? me van a meter un peazo de plástico en el ojo- Pensaba en la sala de espera.

A otro lado de la puerta se escuchaban las voces de una mujer, de su hija (una niña de unos 12 años)y del médico (Oculista)

La niña no hacía más que quejarse mientras que la madre le reñía.
-Mamá, que no puedo, déjadme-
-Te digo que abras el ojo- Le decía la madre.
-Tranquila, si no duele- La consolaba el médico.
-Joer ¿qué le estarán haciendo a la pobre niña?- Pensaba yo.

Cuando estuve a punto de huir de allí pues, los gritos de la niña habían estado sonando como si le estuvieran sacando las tripas por el culo en vivo y en directo, la puerta se abrió. Salió la pobre niña con los ojos cerrados, llorando con un gesto desencajado mientras su madre la llevaba de la mano.

-Gracias doctor- Se despidió la mujer.
-El siguiente- Dijo por fin el oculista.

Después de haber visto semejante cuadro estuve a punto de rogarle de rodillas que me que me dejara marchar pero, un hombretón de 18 años no podía sobajarse a eso. Tragué saliva y abrí la boca.
-Si, yo- Y me levanté con las piernas temblando.

Me senté en una silla delante del escritorio del doctor "sacatripasenvivo"
-Puff, no sabes lo que me ha costado ponerle las lentillas a esa niña, no había manera, claro, los críos... ya se sabe- Dijo el médico con resignación.
-Si, si, los críos son así.. - Dije yo con un hilo de voz intentando sonar convincente. ¿Qué pasará cuando este hombre intente ponerme la lente en el ojo y vea que soy más cagueta que la niña de doce años?

-Ven, siéntate aquí- Me señaló un sillón sacado de una película de Star Wars -¿Has llevado lentillas antes?-
-No, que bah, no he llevado nunca- Le dije con cara de cordero degollado. Creo que el oculista se percató de que yo estaba cagado de miedo porque me dijo
-Tranquilo, es algo indoloro, no te vas a enterar de nada-

Y así fue, me pidió que mirara al frente y con rápido y profesional movimiento me puso la lente en el ojo antes de que yo, instintivamente, lo cerrara. No hubo dolor, ni molestias, ni nada.
-Esa niña era una falsa, menudo miedo me había metido en el cuerpo la desgraciada-

Me pidió que me diera una vuelta y volviera en media hora para ver qué tal iba. Salí a la calle y me quedé a cuadros. Veréis, los oftalmólogos no pueden poner toda la graduación que se necesita en una gafa, la distancia que hay entre el ojo y el cristal haría que nos mareáramos mucho y nos provocaría fatiga visual. Por el contrario en las lentes de contacto si que pueden poner toda tu graduación.

Cuando salí a la calle y comprobé la nitidez de las imágenes que veían mis ojos, me quede impresionado. Fue como comprarse una televisión de última generación con HDMI después de haber estado usando una tele

Después, con la práctica todo va perfecto después de tanto tiempo no tengo problemas. Bueno si. Me pasó una vez que vine de juerga con una borrachera que no sabía ni volver a casa. Fue una celebración especial, no recuerdo bien cual fue. El caso es que llegué a casa y diréctamente me desnudé como pude y me tumbé en la cama.

Me quedé seco en el acto. A la mañana siguiente, casi no podía abrir los ojos, los tenía muy secos, como si me hubieran echado pegamento. Cual fue mi espanto cuando al abrirlo vi todo blanquecino, como si hubiera niebla en toda la habitación, una niebla espesa que casi me impedía reconocer mi cuarto.

La primera reacción fue parpadear varias veces, pero tenía los ojos muy secos y casi no podía. Me levanté a tientas, asustado y desorientado por la resaca, fui al baño en busca del estuche de lentillas. La idea era ponérmelas para, de esa forma, comprobar si se me aclaraba la vista. Abrí el estuche entre esa niebla. Pensando que algo me había pasado en la vista pero cuando metí el dedo en el líquido comprobé que allí no había lentillas ¿dónde estaba? pues claro, las llevaba puestas.

Con el dedo corazón intenté mover las del ojo derecho pero no había forma, estaba soldada al ojo. La del ojos izquierdo estaba en el mismo estado. Tuve que agarrar el líquido de lentillas y vaciármelo en los ojos para reblandecerlas. Pasó un buen rato hasta que cedieron y me las pude quitar. El escozor al despegarme la lente del ojos fue increíble. Pasé un rato horrible. Así que si usáis lentes de contacto no durmáis con ellas.

Mucho me dicen ¿No te operas? pero de momento no quiero. Deja, deja, Con las lentes voy fenomenal.

Mis ojos, a veces han sido motivo de anécdotas como la que me pasó una vez. Estaba en el instituto y estaba esperando apoyando en la pared a que viniera mi padre a por mi. De frente había dos chicas, más o menos de mi edad que no hacían más que mirarme. Yo no hacía más que pensar en qué les podría pasar, ¿acaso tengo monos en la cara?

Al rato una de ellas se me acercó después de que la amiga la empujara hacía mi para que me dijera algo. La chica se me acercó un poco cortada.

-Perdona, usas lentillas ¿verdad?-

Yo me quedé un poco extrañado, no todos los días se te acerca una chica a hacerte una pregunta como esa.

-¿Y cómo sabe que llevo lentillas?- Pensé. Después de ese instante de ofuscación le contesté.

-Si- Le solté, sin más.
-Ah, ya lo sabía yo que esos ojos no podían ser de verdad- Respondió ella mientras se alejaba. Yo pasé de explicarle que mis ojos si que son de verdad y que las lentillas son transparentes, no tienen color. Me dio igual lo que pensara, ella me preguntó y yo le respondí la verdad.

-¿LLevas lentillas?-
-Si-

Y punto.

Bueno, me despido ya, que me muero de sueño.
Ya sabéis que se os quiere mucho. Cuidaros
Samvel Areh

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