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NO hay nada peor que tener un jefe toca huevos. Recuerdo que yo lo tuve, no fue por mucho tiempo, menos mal. Sólo fueron 15 días pero fueron los 15 días más largos de mi vida. Aguantar a ese especimen con exceso de ego y con el cargo de jefe por montera era todo un reto.

Físicamente era un hombre que mediría poco más del medio metro, más feo que pegarle a un padre con un calcetín sudado. Me atrevería a decir que este sujeto tenía y tiene, algún parentesco con  El Pozí porque su físico era idéntico. No había sido nada en la vida y ahora el cargo de jefe se le había subido a la cabeza. Además de eso era extremadamente maniático y gritaba a todo el mundo tratándolos como una mierda. Imaginaos a mí trabajando con él. 


El primer día de trabajo me dejó sólo sin saber como desempeñar mi tarea, en un pueblo de mala muerte. Estuve trabajando 8 horas sin comer. No me dejó dinero, ni me informó de algún bar en el que la empresa tuviera cuenta. No me dejó nada.

Cuando vino a recogerme, me quejé. Que si estaba como una mierda, que no estaba capacitado para el cargo de desempeñaba. Él no me pidió perdón se inventó una escusa mediante la cual la culpa había sido mía.


No os voy a relatar todas y cada una de las cosas que pasaron, eso sería aburrido, sólo me quiero centrar en una, la mejor. Sucedió en los últimos días de mi contrato. Había aguantado 12 días al primo del Pozí y había estado esperando ese día con ansia.


Mi trabajo consistía en controlar las plagas de termitas. Para eso se colocaban unas trampas pequeñas que rodeaban la casa del cliente. Estas trampas tenían forma de cilindro de unos 7 cm de diámetro por 15 de altura. Para instalarlas había que hacer unos agujeros en el suelo a unos 3 centímetros de las fachadas. Para hacer esos agujeros tenía una perforadora refrigerada por agua, no muy grande, con una corona en cuyo extremo tenía unas cuchillas de diamante. 


Llegamos temprano a la casa del cliente, un chalet a las afueras muy bonito. Nada más llegar, nos recibió un matrimonio de unos 50 años muy amable. Después de enseñarnos la casa, mi jefe ( El Pozí mala sombra) se limitó a marcarme, con un rotulador gordo, los puntos exactos donde quería que yo perforara. 


En la parte de la fachada marcó tres puntos con sendos círculos.


- Aquí van tres agujeros- me dijo ante la mirada expectante del matrimonio, con ese tono autoritario y desagradable que él tenía . yo me limité a asentir.


Pasamos a la parte de atrás donde había un patio precioso al que se llegaba a través de un porche embaldosado con un precioso terrazo marrón. Mi jefe se quedó mirando el suelo del porche mientras se rascaba la barbilla. Después se agachó y marcó dos círculos, uno a cada lado del porche.


-¿Quieres que perfore en el suelo de terrazo de porche?- Le pregunté yo estupefacto
- Si - Me contestó secamente
-¿Y no sería mejor hacer los agujeros fuera del porche, en el suelo de cemento?- Le sugerí yo. El se giró y me miró como el que mira a gilipollas.
- Samuel, haz el favor de NO decirme como tengo que hacer mi trabajo, tu sólo eres un peón, limítate a hacer tu trabajo y cállate la boca, no he estudiado tanto tiempo para que me estés corrigiendo - Me contestó con la intención de quedar como un señor delante de los clientes.


Me callé, pero algo me decía que no debía perforar donde él me había marcado. Saqué la máquina de la furgoneta, pesaba como un demonio y la lleve al patio. Después mi jefe se marchó y me dejó allí.


Una vez instalada la perforadora comencé a taladrar el suelo mientras el dueño de la casa me miraba con curiosidad. La máquina perforaba como siempre, poco a poco, lentamente el suelo iba cediendo a medida que la corona de diamante se iba hundiendo.


De repente la manivela que yo sujetaba cedió y la corona se hundió en el terrazo de golpe haciendo un ruido metálico. Sujeté la corona con la manivela tan pronto como pude para evitar seguir perforando pero fue demasiado tarde.


Una cantidad ingente de agua comenzó a salir del agujero. Levanté del todo la corona , la aparté y baje a mirar lo que había pasado. Todas las tuberías del chalet junto a todos los desagües había sido seccionados por la perforadora. Una gran alegría se apoderó de mí. El señor sabelotodo, estudioso y profesional del sector de las perforaciones había metido la pata hasta los huevos. Tuve que hacer un esfuerzo por no reírme.


El dueño de la casa, se echó las manos a la cabeza con un gesto desencajado en su cara.
-¿Lo ve? ¿Ve cómo no era buena idea perforar aquí? - Le recalqué la ineptitud de mi jefe. Si quería quedar bien delante de los clientes había conseguido el efecto contrario. Menuda satisfacción en mi último día de trabajo, lo mejor fue que yo no tuve la culpa. Las malas personas siempre encuentran su merecido. Tendríais que haber visto la cara del primo del Pozí cuando llegó. Quiso echarme la bronca pero yo, con gesto solemne y burlesco me limité a decirle que yo me había limitado a seguir sus indicaciones.


La vena de la frente le iba a explotar, que pena, no lo hizo. La bronca que le echó el dueño de la casa fue histórica, la dueña casi se desmaya, mi jefe con cara de haber quedao como una mierda y yo ahí tan pancho riéndome de él. !!!!VENGANZAAAAAAAA¡¡¡¡


Dos días después lo habían arreglado, todo por cuenta de la empresa. Era el día 15 de mi contrato. Me iban a renovar pero antes me la hubiera pillado con la puerta que seguir trabajando con ese esperpento.


Había pasado de las 21:00 tarde y yo seguía ahí colocando las trampas. No tendría que estar ahí, mi contrato había terminado a las 20:00 pero me quedé a terminar, más que nada por aquel matrimonio.


Mi jefe tenía por regla no ensuciar nada. Por eso la arena que tenía que sacar de los agujero para meter las trampas la tenía que echar en bolsas de basura. Era algo que me parecía bien y por eso yo tenía 4 bolsas de basura a medio llenar cuando mi jefe vino a supervisar.


Entró por la puerta con como un torbellino enano, con muy mala folla.


-!!Tú¡¡- Me gritó - !!¿Aún estás así?¡¡ !!Esto tendría que estar acabado ya¡¡ !!No tengo tiempo¡¡¡ !No vales para nada¡¡- 

Me levanté con mucha calma y me acerqué a él, me llegaba por debajo del pecho, yo mido 1,87 m.



-¿Sabes qué día y qué horas es?- Le pregunté con burlona tranquilidad. Él se me quedó mirando con gesto enfadado.


- Hoy- seguí - es mi último día de contrato y yo tendría que estar en mi casa a las 8, son las 9:30 y estoy aquí terminando, puesto que no valoras ese detalle que he tenido contigo, he pensao que ahora vas a terminar el trabajo tú.


Un gesto indescriptible se dibujo en su cara. Estoy seguro de que se había olvidado de ese detalle. Me miraba con mucho odio mientras yo le sonreía con la intención de que le explotara el bazo de por la rabiada.


Me quité los guantes de látex y los tiré al suelo. Después me acerqué a las bolsas llenas de tierra y les di de patadas, la tierra se esparció por todo el patio mientras él ni se atrevió a mover un músculo.


- Ahora no te olvides de limpiar esto, Pozí, hasta nunca- Me di la vuela y me fui a casa.


Aún lo veo de vez en cuando por la calle y ni siquiera me mira a la cara. Después me enteré de que nadie había aguantado con él más de 15 días.

Mucho jefes se aprovechan de gente que no tiene otras salidas que trabajar en esa empresa y eso es algo que no aguanto.


Bueno me despido ya. Un abrazo se os quiere mucho
Samvel Areh ( NO aguanto tonterías de nadie)

1 comentarios:

  1. Mucho aguantaste!! Pero supongo que mereció la pena ver la cara del mala sombra, después de haberlo puesto donde merecía. No soporto a los q abusan así de la gente.@-}--

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