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La mayoría de la gente, cuando cree encontrarse con algo extraño o paranormal, siempre siente miedo. Se da por sentado que aquello que están viendo es algo malo. Las apariciones suelen ser de una tipología muy limitada. Siempre son ancianas vestidas de negro, hombres altos de más de dos metros o niñas vestidas de comunión.

Si eres un seguidor de mi blog, sabrás, por mis publicaciones, que siempre he encontrado, o he intentado encontrar, una explicación lógica
para todas aquellas cosas que, habiéndolas vivido en primera persona y habiéndolas visto con mis propios ojos, no podían ser plausibles, racionales, verdaderas y objetivas.

¿Por qué todas esas apariciones tienen que ser malas? ¿Por qué imaginamos que son almas en pena? ¿No será que hemos visto muchas películas de miedo?

La vivencia que hoy os quiero contar no la viví en primera persona pero como si lo hubiera hecho. La persona que me lo contó es de plenísima confianza, una persona que nunca me ha mentido y que conozco de toda la vida. Debido a que, en este blog, la privacidad es algo que respeto mucho, no voy a decir quién es, así que voy a relatar la historia como si la hubiera vivido yo.


Un día soleado, una carretera y una furgoneta que se dirige a casa después de un día de trabajo en el mercado, es el marco en el que se sitúa mi historia.


El calor de las tres de la tarde de aquel verano no daba tregua, gracias al aire caliente que entraba por mi ventanilla abierta era lo único que me aliviaba el calor. Recuerdo que había sido una buena mañana en el mercado y volvía a casa contento. El pelo despeinado por el viento, mi camiseta de tirantes, un poco de música y batido de chocolate fresco entre las piernas del que, de vez en cuando iba pegando tragos.

Nada podía ser mejor. Ansioso por llegar a casa, comer y descansar esbocé una sonrisa de satisfacción.
Aminoré la marcha y paré en un STOP con la intención de incorporarme a otra carretera. Sólo unos pocos camiones la circulaban así que no tuve que esperar mucho para acelerar y continuar mi marcha.

Un camión quedaba delante de mi, detrás no había ningún coche. Volví a pegar un trago a mi batido de chocolate y lo dejé de nuevo entre mis piernas. Cuando volví a mirar a la carretera pude ver como el camión que había delante de mi daba un volantazo.

    -!!¿Qué pasa?¡¡- Pensé antes de darme cuenta de lo que pasaba. El condutor del camión se afanaba por esquivar algo que había en medio de la carretera y a duras penas lo consiguió. Cuando el camión pudo estabilizarse y continuar su marcha puede ver lo que había esquivado. Era el eje de una rueda de un tamaño considerable. No me iba a dar tiempo para zafarme del impacto de aquel objeto que venía derecho a mí.
Mi única posibilidad fue girar el volante de tal forma que aquel eje impactara contra el lado del copiloto, que en aquel momento estaba vacío.

Se incrustó debajo de mi furgoneta y perdí el control del vehículo. Con el corazón en la garganta intenté detenerme y no dar la vuelta de campana. A duras penas detuve la furgoneta en el arcén de la carretera.

Salí de allí confuso pero con un suspiro de alivio al comprobar que todo había acabado. Ahora tenía que pedir ayuda. Miré a ver si pasaba algún coche que me pudiera socorrer y allí, en medio de la carretera había dos trozo de hierro bastante grandes esperando más víctimas.

     -!!Nos hemos salvado por lo pelos, hijo¡¡¡- Dijo una voz. Me giré y vi a un hombre mayor con una moto antigua, una Mobilette de color rojo con una barquilla en la parte de atrás. Aquel hombre parecía tan asustado como yo. Seguramente, debido al susto, no me había dado cuenta de que ese anciano estaba ahí y había vivido lo mismo que yo.

     -¿Estás bien?- Me preguntó mientras se acercaba a mi.
     -Si, estoy bien, ¿y usted?-
     -De buena nos hemos librado, hijo- Me contestó dando a entender que estaba bien. El corazón aun me latía fuerte
     -¿Eres de por aquí?- Me volvió a preguntar
     -Pues no señor, soy de Tudela-
     -Eso queda lejos de aquí-
     -Un poco, espero que pase algún coche y nos ayude- Le dije
     -Mira hijo, yo soy del pueblo que está a 1,5 Km de aquí en la dirección en la que ibas, llévate mi moto, ve al pueblo y llama a casa, diles que estás bien porque están preocupados y después pide ayuda- Se ofreció
     -Muchas gracias de todo corazón- Le dije sincermente, pero no podía dejar la furgoneta allí con todo el género.
     -No te preocupes por el género que yo te voy a esperar aquí- Me dijo como si leyese mi pensamiento

Sin más charla fui al pueblo con la Mobilette, entré a un bar y llamé por teléfono primeto a la grúa y después a casa.

     -¿Qué pasa? ¿Estás bien?- Me contestó mi tía asustada
     -Si, estoy bien- La calmé mientras le explicaba lo que había pasado.
     -Ahora voy para allá- Me dijo antes de colgar

Cuando llegué a la zona del accidente pude ver a aquel hombre junto a mi furgoneta como si un perro guardián se tratara a pesar del horrible calor

     -Muchas gracias- Le volví a decir
     -¿Ya has llamado a casa?- Me preguntó bonachón
     -Si, ya está todo arreglado, aquí tiene su moto-

Aquel hombre sonrió, cogió su moto y se montó.

     -Perdone, ¿me puede decir su nombre? no es por nada, sólo que quiero traerle un regalo la proxíma vez que venga por aquí. Lo que usted a hecho es de agradecer y yo quiero tener un detalle con usted- Le expliqué

     -No hace falta que me traigas nada, hijo. De todas formas me llamo Jose Luis, en el pueblo me llaman "El Keles" para lo que quieras estoy allí- Me dijo

Sin más aquel buen hombre se marchó con su moto camino al pueblo hasta que se perdió de vista.


Al rato llegó mi tía con otra furgoneta y después la grúa. Hicimos el parte y todo lo necesario. Al final volvimos a casa.

Pasaron dos semanas y pude hacerme con otra furgoneta con la que poder trabajar. LLegó el día en el que me tocaba pasar por allí, así que me paré en el pueblo, compré un queso y par de rastas de chorizo para regalarselos a aquel buen hombre con ese mote tan raro "El Keles".

Cuando quise ir a darle el queso y los chorizos me percaté de que no sabía donde vivía así que entre a un bar. Lo bueno que tienen los pueblos es que se conocen todos y basta con preguntar por alguien para que los vecinos te orienten. Cuando entré al bar y pregunté por "El Keles" todos me miraron raro pero me dijeron donde vivía.

    -Qué raro- pensé al ver su reacción

Después de andar un poco encontré la casa que me habían dicho en el bar. Tenía una parra en la puerta y una cortina a rayas blancas y azules. Aparté la cortina y llamé con los nudillos.

Al poco rato se abrió la puerta y salió una mujer mayor con el pelo blanco y una delantal.

    -Perdone señora que la moleste, ¿vive aquí Jose Luis? es que me ayudo el otro día en la carretera y le traigo... un regalo...- No pude seguir, aquella mujer me miraba de una forma tan extraña y a la vez tan triste que me hizo dudar si estaba haciendo un bien o metiendo la pata o simplemente me había equivocado de casa.

    -Si, hijo, vive aquí, bueno vivía- La mujer abrió la puerta del todo y pude ver la Mobilette en el portal de su casa.

    -Es que el otro día, tuvimos un accidente y él me dejó la moto para que pudiera venir al pueblo...- Le expliqué la historia mejor.

    -Hijo, ¿Estás seguro que era él?- Me dijo con aquella mirada

    -Era un hombre de unos 60 años con el pelo blanco, sin entradas y con los ojos claros y llevaba esa moto-

La mujer se estremeció y me negó con la cabeza como negándose a aceptar lo evidente.

    -Hijo, creo que te confundes porque José Luis lleva dos años muerto- Terminó diciendo

Yo sabía que no, era la misma Mobilette roja, la misma que yo conducí y la misma que estaba en ese portal.
Sin saber muy bien qué decir ni qué hacer, pedir perdón, darle el regalo, decirle que me había equivocado. Como pude salí de allí.

    -Hijo- Me llamó cuando me estaba yendo -¿Quieres un consejo?-
Yo le asentí con la cabeza.
    -No lo busques... no lo vas a encontrar-

Parecía que aquella mujer sabía más de lo que aparentaba. ¿Me había equivocado de persona? ¿Me habían querido gastar una broma en el pueblo o, simplemente había sido una coincidencia?

Visto así, parece que lo ángeles existen despues de todo.

Sacad vuestras propias conclusiones, yo no llego a ningún lado por mucho que piense, lo que único que me convence un poco es la posibilidad de que fuera una serie de coincidencias, de ese tipo de coincidencias que se dan una entre un millón.


Bueno, me despido ya.
Un abrazo, se os quiere
Samvel Areh

NOTA: Los nombre, así como los personajes no son reales, bien porque no recuerdo los auténticos, bien porque quiera mantener en el anonimato a los protagonistas de esta vivencia real.

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