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Hoy os quiero contar una cosa que me pasó hace tiempo (Parece que soy el batallitas, pero os aseguro que no tiene desperdicio).

Era una tarde de verano, mi primo Juan y yo tomábamos algo en una terraza sin nada mejor que hacer. Ya sabéis, uno de esos días aburridos y soporíferos en lo que no encuentras algo que te motive. Los dos hablábamos de tonterías mientras veíamos pasar a la gente y a los coches de la plaza nueva ( entonces había tráfico por esa plaza, ahora es peatonal )

De repente un eclipse amarillo ( un coche) paró casí dando un derrape justo delante de nosotros. Se abrieron las puertas y salieron mi amigo Kiko y un vecino nuestro llamado Luismi, se acercaron a nosotros con un gesto de preocupación, sin duda pasaba algo.

    -Corred, levantaos, tenéis que ayudarnos- Nos dijeron con premura

    -Pero ¿qué pasa?- Les preguntó mi primo Juan.

    -Que alguien a entrado al huerto de este y le han robado lo que han querido- Nos contó mi amigo Kiko refiriéndose a nuestro vecino Luismi.

    -¿Y qué queréis que hagamos nosotros, hijos? milagros no hacemos- Les contesté yo

    -No, es que creemos saber quienes han sido, queremos ir a buscarlos para que nos devuelvan las cosas-

    -Qué fácil parece visto así, ¿no?- les contesté  -Yo paso de líos, mejor denúncialo y ya está-

    -No seas tonto Samuel- me dijo mi primo -¿Que hacemos aquí? mejor vamos con ellos y nos quitamos este aburrimiento de encima-   La verdad era que tenía razón y eso me hizo cambiar de opinión.

    -Venga, vamos- Dije. La verdad que no tenía intención de ayudar a nadie, no sería yo el que hiciera por que le devolvieran las cosas, eso no me importaba. Lo que me interesaba era divertirme un rato y ver lo que se iba a cocer unos minutos más tarde.

Nos montamos en el coche amarillo. Un biplaza en el que los asientos de atrás están diseñados para niños de 3 a 4 años. Imaginaos a mi primo y a mi metido ahí, con la espalda pegada en la luna trasera, una luna bastante grande. De haberse roto nos hubieran perdido por la carretera ya que todo nuestro peso caía sobre el cristal.

    -Aquí no hay quien esté, eh- Me quejé

    -Tranquilo, que si vamos al huerto no tardaremos en llegar- me dijo mi primo que estaba tan apretujado como yo.

Una vez en marcha, el Luismi llamó por el móvil a su hermano Hector. A los poco segundos se nos unió en otro coche que nos siguió.

Recuerdo que hablaron algo entre ellos, algo en relación al lugar al que íbamos. Yo estaba deseando salir de esa mierda de coche. Me sentía como una sardina ahí metido, con ello torcido y la espalda encorvada. Cada vez que el Luismi aceleraba la espalda me pegaba contra la luna trasera. Eso me hacía temer por mi vida.

    -Ya verás, como se rompa la luna...- Pensé

Después de un buen rato, ya había empezado a oscurecer, llegamos a una zona que linda con la zona de campos y huertos. Los dos hermanos, Lusmi y Hector frenaron dando un derrape ( muy propio de ellos, yo tenía las tripas revueltas y me moría por salir de allí ) Justo delante de dos chicos que llevaban sendas garrafas de agua, seguramente las habían llenado en la fuente que había unos metros más allá.

En esa época del año vienen jornaleros para trabajar en el campo y se alojan en huertos o casas que les prestan las personas que los contratan.

Cuando nos vieron bajar de los coches,( Bueno, cuando bajaron los demás. Mi primo Juan y yo nos quedamos ahí metidos y nos las vimos y nos las deseamos para salir de aquella caja de sardinas). Los dos chicos se asustaron. Uno de ellos y salió corriendo cuando intentaron hablar con él mientras que el otro se quedó quieto con las garrafas en la mano sin saber muy qué pasaba.

A toda prisa se metió por un camino estrecho y oscuro por el que pretendía huir. Claro, mi amigo Kiko y mi primo Juan corrieron detrás de él y yo los seguí mientras me reía, después de todo la cosa se ponía interesante.

Los tres lo seguíamos, y no para pegarle ni nada, sólo queríamos hablar con él.

    -!!!!Espera¡¡¡¡ !!!no corras¡¡¡ !!!solo queremos hablar contigo¡¡¡- Le gritábamos pero no servía de nada, aquel chico parecía una moto de carreras y se perdió en la oscuridad del camino, un camino en el que, a la derecha había muros de casas o huertos y en el otro había árboles de troncos gruesos.

Los tres nos detuvimos reventados. Unos focos nos iluminaron desde atrás, eran los faros de un coche que nos pitó. Era el Luismi con el eclipse amarillo (una preciosa caja de sardinas) .Los tres nos montamos. 

    -No lo hemos podido coger, está cruzado con liebre o algo así Luismi- Le dije yo

    -No pasa nada- Contestó él mientras aceleraba. Con la luz de los faros podíamos ver bien el camino pero no había rastro de aquel personaje familia del correcaminos.

    -Será mejor dar la vuelta- Les dije yo

    -Si, voy a buscar un hueco para dar la vuelta- Contestó el conductor - además, mi hermano (Hector) tiene al otro y nos está esperando.

A unos metros más adelante encontramos un hueco en el que pudimos dar la vuelta por las justas. Ya de vuelta a "casa" solo pensaba en salir de esa mierda de coche.



En medio del camino se agolpaban por lo menos 50 personas. A medida que nos acercábamos aumentaba el sonido de sus gritos amenazantes.

   -No frenes, luismi, que nos matan-
   -Acelera, ya se apartarán-
   -En menuda me he metido- pensé

El Luismi aceleró. Yo apreté los puños y el ambiente se cargó de tensión.

   -¿Y si no se apartan y pillamos a alguien?- Pensé

Afortunadamente, cuando nos acercamos a una buena velocidad, se apartaron.

   -puff¡¡¡, menos mal- suspiré aliviado pero, de repente escuche un estruendo, Un golpe muy fuerte que sonó muy cerca de nosotros. Como pude me giré para ver lo que pasaba.

No se iban a rendir tan facilmente, aquella gente enfurecida corría detrás del coche y nos estaban lanzando piedras. Una de ella pegó en la luna trasera, el cristal se rajó un poco pero aguantó y mi primo y yo no nos caimos.

   -ACELERAAAAAAAA¡¡¡¡¡- Gritamos mi primo y yo

El Luismi aceleró y los perdimos de vista

   -!!Qué alivio¡¡- Pensé

Pero la cosa no terminó ahí, cuando estábamos a punto de salir de allí vimos los faros de otro coche que venía en dirección contraria.

   -No puede ser- Pensé

Nos tuvimos que parar. Un coche en frente del otro. Vimos como se abrió la puerta y salió el hermano del Luismi, el Hector.

   -¿Qué pasa?- nos preguntó con toda la tranquilidad del mundo

Dentro del coche no atinábamos a decirle que quitara el coche. En la parte de atrás no había ventanillas y por mucho que le gritábamos no nos oía bien.

   -Montón de mierdaaaaaaaa¡¡¡¡¡ Quita tu puto coche¡¡¡¡ que nos matan¡¡¡¡¡¡- Le gritábamos nosotros
   -¿¿Eres gilipollas o que?? !!!APARTA EL COCHE¡¡¡- Le gritaba su hermano.
   -Quítate del MEDIOOOOOOO- Decía el Kiko

Bueno, los cuatro dentro del coche diciéndole de todo, los nervios nos iban a matar y el otro afuera con cara de tonto preguntando que qué pasaba.

Cuando entendió por fin que tenía que quitar el coche del medio se montó y empezó a dar la vuelta. Un giro casi imposible en un sitio tan estrecho. Maniobra "paquí" maniobra "pallá" poco a poco le daba la vuelta al coche pero, mi primo y yo, que estábamos en la parte de atrás, empezamos a escuchar los gritos que se acercaban. Miré a mi primo y me entró la risa, los dos nos echamos a reir. Si nos alcanzaban y rompían la luna, nosotros seríamos los primeros en recibir palos y encima en la postura que estábamos ahí metidos, no seríamos capaces de defendernos.

Uno dando un giro imposible a cámara lenta en un camino estrecho y una horda de orcos acercándose con palos y piedras. Pasaban los segundos, los gritos se acercaban, el otro con su coche en medio del camino, nosotros que nos mordíamos las uñas.

   -Si se acercan mucho, la única solución era dar marcha atrás y asustarlos- Pensé, la cabeza me iba a mil buscando una solución. No podíamos salir del coche, la parte de atrás no tenía ni puertas ni ventanillas.

De repente escuchamos una pedrada que impactó en el coche, justo encima de mi cabeza, en la chapa.

   -CORREEEEEEEE, ES IGUAL, PÁSALE POR ENCIMA A TU HERMANO, QUE NOS MATAN- Le grité al Luismi.

   -SOMOS MUERTOS, SAMUEL - Me dijo mi primo

En el último instante consiguió dar el giro y arrancó dejándonos paso para huir. El Luismi aceleró y huimos de allí, eso sí aun les dio tiempo para lanzarnos alguna piedra más.


Después de todo, una tarde aburrida se convirtió en una aventura. Cuando llegamos a casa, nos bajamos todos de los coches, riendo por haber salvado el pellejo, nos dimos cuenta de algo.

En el coche del Hector estaba el otro chico. Lo habían montado y sin querer nos lo habíamos traído a casa.
El pobre muchacho, más o menos de nuestra edad (18) lloraba como una magdalena.

    -Ay¡¡ mi hijo- Dije yo - ¿qué le habéis hecho?
    -¿Yo?, nada- Me respondió el Hector - Sólo le hemos dicho que lo íbamos a llevar a comisaría-

Y el otro dentro del coche llorando a moco tendido. Me dio mucha penica. Está demás decir que lo dejaron "Libre" y se fue a su casa.

Al final hicieron lo que les dije yo en un principio, denunciar, pero, de no haber ido allí, a ese camino oscuro, en aquella noche de verano, ahora no estaría escribiendo esta anécdota para vosotros.


Un abrazo. Se os quiere.
Samvel Areh

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