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El gimnasio es algo que se toma con muchas espectativas, con muchas ganas, con voluntad pero que poco a poco se le van a uno las ganas y la motivación. Lo bueno es ir con alguien más, alguien conocido, así el uno motiva al otro, se ayudan con los pesos para hacer más repeticiones y, no se, es diferente que estar solo levantando pesas.

 -Oye, Samuel, Apúntate conmigo al gimnasio- Me dijo mi buen amigo Kiko (Carlos al que no veo hace 5 años, si lees esto te mando un abrazo, desgraciao¡¡ XD)

él llevaba ya una semana o semana y media haciendo pesas.
-Vale, me apunto contigo- Le dije. Al otro día estábamos los dos con sendos chandals
-Carlos, que haga la misma tabla que tú- Le explicó el instructor refiriéndose a mí.
Me dieron un folio con una serie de instrucciones precedidas por un título "Tabla de ejercicios de nivel de mierda"


-Bueno, siempre se tiene que empezar por abajo- Pensé. Lo primero de todo era calentar, por eso no recomendaban hacer bicicleta estática. Había unas cuantas en una sala, esta sala tenía una pared transparente, es decir, de cristal, que daba a la sala donde las chicas hacían aerobic con maya ajustadíisisisisismas. Contoneo "paquí" contoneo "pallá". Total que allí haciendo bici estuvimos mucho más tiempo de lo que debíamos estar debido a semejante espectáculo.


Creo que a lo largo de los siguientes días las chicas se debieron quejar de los mirones que nos arremolinábamos a hacer bicicleta estática para verles las nalgas embutidas en esas mayas, unas nalgas que se movían que daba gusto. Había morenas, rubias, con el pelo largo, con el pelo corto, con más culo, con menos culo, con más tetas, con menos tetas (y sin tetas ni culo también había , eh) Bueno, lo dicho, que se debieron quejar y cambiaron las bicis a otra zona, justo en frente de la sala de máquinas de pesas avanzadas. Allí solo se veían hombre que debían llevar toda su vida en el gimnasio o, incluso, alguno había nacido allí, eran moles humanas. Las máquinas que usaban parecían de tortura de la inquisición. Lo bueno era que al verlos te motivaban a entrenar, se convertían como un referente.

Estábamos haciendo bici, mi amigo Kiko y yo, delante de esas moles que hacían pesas. Recuerdo que hablábamos entre nosotros con admiración.


    -Mira, mira que brazos, Hostia que pectorales- Decía uno
    -Si y mira lo que está levantando ese- Decía el otro


Entre todos me llamó la atención uno. Era sin duda el más fuerte, se le unía el cuello con los hombros y cada uno de sus brazos era como mis dos piernas juntas.


-Mira Kiko, ese- Le dije a mi amigo. El Kiko se rió de una manera que me hizo preguntarme el motivo por el que lo hacía.

Giré la vista para ver a aquel culturista que estaban haciendo hombro en una de esas máquinas. Estaba levantando mucho peso, las venas le empezaron a aparacer por todo el cuerpo debido al sobre-esfuerzo, Gemía cada vez que levantaba los contrapesos. Era de película. Llegó un momento en el que terminó. Se levantó y entonces me fijé en su indumentaria, llevaba una especie de maya de ciclista, de esas que son pantalón corto y camiseta de tirantes, pero en una sola pieza. Lo que más me llamó la atención era el color, era fucsia fuerte fuerte. Un color no muy acertado, en mi opinión, pero que debido a que lo vestía semejante culturista ni te dabas cuenta.

La gran sorpresa fue cuando se levantó y se secó la cara de sudor con su toalla. Sus gestos eran los de una musa, le faltaban los velos y el pelo largo. Fue como si de repente una musa griega y enamorada de la belleza lo poseyera de una forma demoníaca y tomara el control de aquel culturista. 


     -Kiko, lo hace en broma ¿verdad?- Le pregunté contrariado
     -Pues no, no lo hace de broma- Me respondió mi amigo entre risas. Él ya lo conocía porque llevaba más tiempo en el gimnasio y se reía de mi reacción.


Era impresionantemente femenino. En otro Hombre, aun siempre te sorprende ver a un hombre femenino, hubiera sido menos impactante pero en semenjante culturista...

En fin así es la naturaleza y hay que respetarla. Yo no me reí de él, ni mucho menos, pero si que me sorprendió mucho, sencillamente el semblante de sobre-esfuerzo que tenía cuando estaba en la máquina contrastaba tanto con el que tenía cuando se secaba la cara que no me lo esperaba.


En otra ocasión, fui al gimnasio con mis primos, Juan y Fran. Igual que antes, ellos llevaban un tiempo yendo y yo me incorporé después. Esa vez fue diferente, entré, ellos dos se pusieron hacer sus rutinas, uno en una máquina y otro en otra. Yo sin tabla ni nada fui a una de las máquinas más rara que había en la sala. Las demás ya las conocía y fue por eso que me llamó la atención esa.

Me senté en ella, la miré con detenimiento, como queriendo adivinar su funcionamiento. Después de unos segundos me puse a hacer ejercicio en ella ante la mirada de un montón de usuarios del gimnasio.

Lo primero que noté fue que estaba muy incómodo en aquella máquina, me costaba levantar las pesas, los brazos de la máquina se me escurrían y me obligaba a tener una postura rara.


    -Bueno, será una máquina nueva y tendré que acostumbrarme- Pensé mientras una chica me miraba de una forma que no sabría describir.


    -Mira, esa chica me está mirando- Me dije a mí mismo mientras me erguía e intentaba parecer más corpulento ( así de tontos somos a veces los hombres)


Aquella chica me seguía mirando de esa forma tan rara pero, no solo era la chica, casi todo el mundo que había allí me estaba mirando de la misma manera.



    -!!!Joder¡¡¡ ¿Que les pasa a estos?- Me pregunté.


A los pocos segundos entró a la sala un hombre bastante cachas con un portafolios en la mano y ropa deportiva, parecía ser el instructor del gimnasio. Nada más entrar se me quedó mirando con la misma mirada que los demás, pero él, no se quedó parado, se acercó a mi.


   -Hola- Me saludo cordialmente- Eres nuevo, ¿verdad?- Me preguntó ( como diciendo, no hace falta que lo jures)


   -Pues si, hoy es mi primer día- Le confirmé mientras dejaba de usar aquella extraña máquina


   -Ah, vale- me dijo como entendiendo todo en aquel momento


   -Verás, es que estás usando la máquina al revés- Me dijo con cierto reparo - Te tienes que sentar con la espalda pegada donde ahora tienes el pecho- Me explicó.


Entonces entendí porqué me miraban todos de esa manera. estaba usando la máquina sentado al revés, lo peor fue que hice dos o tres series así. Eso si, no se que grupo de músculos ejercité pero cogí un dolor de cuello increíble.


    -No jodas, joer, qué vergüenza, por eso me miraban todos- Le expliqué al instructor que se rió simpático.
    -Tranquilo, no pasa nada, úsala bien porque si no puedes hacerte daño- Me consoló y se alejó.




Me ha venido todo esto a la cabeza porque desde hace una semana que he empezado a hacer ejercicio. Me he dejado mucho y quiero volver a cuidarme como antes. A ver que tal voy. Imagino que, en cuanto coja el tranquillo otra vez me será más fácil.


Aprovecho para deciros a todos los que me leéis que os cuidéis un poco, comed sano, haced un poco de ejercicio, no bebáis alcohol de forma habitual, un fin de semana os lo perdono, pero más NO.


El ejercicio es fenomenal para, no solo tener un buen físico que eso siempre es bueno, sino también para tener un buen estado anímico. Al hacer ejercicio el cuerpo segrega serotonina. Una hormona que casi desaparece cuando se está deprimido. Por eso si estáis mal con problemas de depresión o bajos de moral, haced ejercicio. Los niveles de este neurotransmisor aumentarán y os sentiréis mejor. Tener un buen nivel hormonal es primordial para tener una vida plena.

La endorfina, la hormona de la felicidad, se segrega cuando se practica sexo, además haciendo ejercicio aumentan los niveles de esta hormona y nos hacen sentir como... recién FOLLADOS. jajajJAJjjJJAJJAJAJjajajajJAJjaja. Lo siento, lo tenía que decir. Suena un poco mal, pero es la realidad, es la naturaleza.

Así que ya sabéis, mi gente, TODOS A HACER ALGO DE EJERCICIO. Eso si, calentad y estirad antes para que no os den tirones ni nada malo. Pa que luego me digáis que no os cuido.

Un abrazo se os quiere mucho
Samvel Areh ( el consejos para hoy)

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