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No sabía si publicar esta anécdota, vivencia o fechoría, como lo queráis llamar, pues, como tengo reputación de angelito que no ha roto nunca un plato me lo he pensado, pero nada, dos minutos. Al final, como prometí no mostrar bellas fachadas postizas sino mostrarme tal y como soy, aquí está el relato.

Todo el mundo dice, o al menos yo lo he oído decir, que la edad tonta es de los 15 a los 18, ¿no?. Pues mi edad tonta fueron los 20. Si leéis mi blog sabréis como soy, no me considero ningún ángel pero si que me gusta portarme bien. No por ello he dejado de hacer fechorías tan originales como la que pasó aquel día.

Antes de seguir quiero decir, que mi amigo Kiko, el protagonista de la anécdota del cine, me ha propuesto que escriba esta anécdota, entre otras cosas porque él estuvo conmigo. La verdad es que no podíamos estar juntos, siempre la liábamos.

El caso es que era sábado por la noche, quedamos toda la cuadrilla para salir. Todos llevábamos nuestras mejores ropas cuando comenzamos la ronda de pubs, bares y discotecas.

A las dos o tres horas llegamos a una discoteca, que ya no existe, ahora tiene otro nombre, llegamos cinco personas, mi ex-cuñada, mi ex-novia, mi primo Ángel, el Kiko y un servidor ,recuerdo que ya no nos quedaba casi dinero.

-¿Cuánto nos queda?-
-Pues, no mucho- Respondió el Kiko -pero ya veréis, esperad aquí-

El Kiko se acercó a la barra con el Ángel para pedir. Cuando volvieron traían una jarra de cristal de un litro llena de cerveza, estaba helada. A mi no me gusta mucho la cerveza pero bueno, era lo que había. Mientras estábamos bebiendo de la jarra, los tres, las mujeres no quisieron. Entró por la puerta alguien muy especial.

Veréis, se trataba del dueño de otra discoteca al que no le caíamos muy bien. A pesar del ser el dueño de las discoteca donde mi Hermano Toño trabajaba, es decir era su jefe, no le sentaba bien que nuestra cuadrilla entrara a su local. Ahora os preguntaréis porqué Yo lo achaqué siempre a racismo puesto que nunca hicimos nada que pudiera perjudicar a los demás clientes de aquel local.

Además nos llamaba los farruquitos, a mi nunca me hubiera sentado mal ese mote, que a uno le comparen con semejante bailaor flamenco no le sienta mal a nadie, pero el problema es que lo decía con tono despectivo. Como diciendo, ahí están los gitanos.

Lo peor de todo es que no tenía huevos de venir y decirnos a la cara que no nos quería en su local, le daba el recado a mi hermano y él escurría el bulto.

Total, que yo le tenía mucho asco a aquel personaje desaliñado y desagradable.

Como decía, aquel personaje "especial" llegó a la discoteca en la que estábamos, (que no era la suya) y nos miró de reojo. Nos fijamos en que no entró solo, unos cuantos amigos lo acompañaban.
El Kiko acababa de venir de Málaga y por eso, este hombre no lo conocía.

Bueno, sigo, el caso es que pasó el rato y casi nos habíamos bebido toda la jarra mientras yo miraba con recelo a aquel engreído viejete y racista. En la jarra quedaban unos dos dedos de cerveza.

-Kiko, dame la jarra-
-Toma, ¿Que vas a hacer?-

No le contesté, cogí la jarra y fui al baño. Entré en el baño, tenía unas ganas increíbles de mear, me la saqué pero en lugar de orinar en la taza del váter lo hice en la jarra de cerveza. Mi orina se mezcló con la poca cerveza que había y casi la lleno.

Salí con la jarra a la pista donde estaban mi primo y mi amigo, además de las mujeres.

-!!!Has sacao otra¡¡¡- dijeron al verme llegar con la jarra llena.
-!!Eeeh¡¡ quietos, que no es cerveza, me he "meao" dentro- Les dije.

Se echaron a reir, mi novia y cuñada se reían mientras me llamaban cerdo y cosas por el estilo. Al Kiko pareció faltarle el tiempo para coger la jarra y allí mismo, en la pista, sacarse la pinga para mea también en la jarra. Ante ese gesto las mujeres se volvieron para no mirar pero yo le detuve a tiempo de que hiciera eso.

-No seas guarro, mea en el baño-
-Si, vamos y meo también yo- Dijo el Ángel.

Entre risas fuimos al baño, allí mearon los dos, pero poco porque ya habían ido a cambiar de agua al canario antes y tenían pocas reservas.

-¿Y ahora qué haces?-
-Dársela a ese- Dije yo mientras apuntaba al jefe de mi hermano.

Se echaron a reír y yo también. Después le conté cómo era aquel hombre y las razones por las que le quería "invitar a una cerveza"

-Déjamelo a mí- Me dijo con con un gesto de confianza -Pero el problema es que esto está caliente- Claro, acabamos de mear.

El kiko se dirigió a la barra y se acercó la camarera a la que nosotros conocíamos.

-A ver guapa, échanos hielo aquí-
-¿En la cerveza?- Dijo ella
-Si, tu echa hielo, pero mucho hielo- Le insistió el Kiko
-Dios mío, eso no es cerveza, ¿Verdad?- dijo la camarera con una media sonrisa.

Aquella chica tan guapa, llenó la jarra de hielo y a los pocos segundo estaba helada.

-Venga ya está, voy "pa allá"- dijo mi amigo.

Yo y el Ángel volvimos junto a mi (por entonces) novia y su hermana mientras el Kiko se acercó a la cuadrilla de amigos de nuestra víctima.

Llegados a este punto tengo que decir, que mi amigo Kiko, tiene una labia que puede convencer a un esquimal para que le compre hielo. No se qué rollo les contó, que si era una bebida que se tomaba mucho en Andalucía, que si era una mezcla que él hizo.

Al final, se hizo con ellos, y estos le pidieron probar aquella bebida que prometía ser algo especial. El Kiko se negó argumentando que era una bebida muy cara. Ellos insistieron y al final le dio la jarra al viejo que yo le había dicho.

Cuando la cogió, yo empecé a reírme, me siguieron mi primo, mi novia y su hermana.
Ellas se tapaban los ojos pero miraban entre los dedos, en un intento de mitigar el asco. Aquel hombre tenía la jarra en la mano mientras el Kiko le decía no se qué para distraer su atención.

Yo esperaba que al notar el sabor, se diera por enterado de que aquello no era una bebida especial del sur de España, sino nuestra orina recién sacada, zumo de nabo, y lo escupiera con un gesto de asco, pero no fue así.

Tomó la jarra, le pegó un par de tragos como si hubiera estado una semana en el desierto sin agua.

-Pero esto ¿lleva alcohol?- Le preguntó a mi amigo que sin inmutarse y con gesto decidido le asentía con la cabeza.
-Joo, que si lleva dice, no bebas más, anda-

No le dio tiempo a quitarle la jarra porque otro de sus amigos se la quitó de la mano y le pegó otro trago como si fuera el mejor de los manjares.

-!!!Dios mío que asco¡¡¡- Gritaron las mujeres mientras yo y mi primo Ángel no nos lo podíamos creer, se lo estaban bebiendo sin darse cuenta de lo que era.


Cuando habían bebido todos, un conocido nuestro, un gordo gorrón que lo único que quiere es que le invites a algo, se acercó al grupo para ver lo que bebían.

-A ver, dame un trago de eso- Dijo mientras le quitaba la jarra al Kiko
-!!!No, no be...¡¡¡- No le dio tiempo a terminar la advertencia, El gordo le pegó un trago y se terminó lo poco que habían dejado.


En ese momento me dio un ataque de risa.
-Que bien, le está que ni pintao al gordo gorrón- Le dije a mi primo mientras los dos nos moríamos de risas. El Kiko intentaba seguir con la misma actitud de anfitrión generoso. Los bebemeados hacían un gesto con la boca, como intentado encontrarle un sabor a bebida exótica que no terminaban de encontrar

-Kiko, ¿qué pasa? ¿nos vamos o que?- Le grité con tono de enfado para sacarlo de allí antes de que se dieran cuenta.
-Si voy- Me contestó antes de despedirse con prisa de los "bebemeados"

Toda la discoteca, que no estaba muy llena, se había percatado de lo que había en aquella jarra menos las víctimas. Cuando nos dimos cuenta toda la discoteca se estaba riendo. A nosotros sólo nos quedaba

El Kiko se acercó a nosotros soltando sonoras carcajadas, la venganza estaba perpetrada. Salimos del local riéndonos. Nos faltaban las fuerzas para andar, entre la borrachera y las risas no podíamos. Y si antes nos reíamos, ahora allí afuera, escuchando las carcajadas contagiosas del Kiko, aun nos reíamos más. Sobre todo nos reíamos del nuestro "amigo-conocido" y gorrón que había tomado nuestra bebida exótica. Esa noche pareció que todos los que merecían una lección la tuvieron. A lo mejor fue el destino.

Momentos como esos hubieron mucho durante esos 4 años en los que todo parecía ir a nuestro favor, en los que el sol salía y se ponía sólo para nosotros. Fueron 4 años que recordaré siempre, llenos de anécdotas, de risas, de no tener preocupaciones, de estar todos juntos. Años que nadie debería dejar de vivir.

Un abrazo, se os quiere mucho
Samvel Areh (El vengador)

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