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Mis diseños de Harachí y Ocán
Escribir siempre me ha gustado. Hace seis años escribí una historia muy especial Titulada "Harachí y Ocán". Quise hacerla en dibujos animados.. Hay bastantes capítulos escritos aunque faltan los del final.
Quiero que me deis vuestra opinión. Al ser posible aquí y no en Facebook. De esta historia hice una canción titulada "¿Cuál es la verdad? que colgaré en el blog cuando la vuelva a versionar. Sin más espero que os guste. Bienvenidos a mi mundo.
Probaré con tres capítulos a ver si gustan, si no gustan dejaré de postear la serie.


Harachí y Ocán. "Papá y mamá" capítulo 01
En un mundo poblado de castillos, carruajes, cabalgaduras, caballeros, reyes y princesas; donde el pueblo estaba bajo el poder del rey, donde el pueblo carecía de derechos y donde todos podían ser acusados de brujos, había un lugar en el profundo corazón de Trájata, un bosque donde nadie se atrevía a aventurarse.

Muchas eran las historias sobre este lugar, historias oscuras que habían conseguido tachar al bosque como maldito.

Allí, en lo más apartado de la civilización, en un claro había una humilde casita de piedras, no era gran cosa, pero desprendía un aura hogareña y protectora.

Seguro que os estáis preguntando por los habitantes de semejante morada.
pues si, aquí vivía dos hermanos. no poseían gran cosa pero eran felices. Trájata, un lugar siniestro para todos, era su hogar.

Los dos habían vivido refugiados, en Trájata, desde hacía ya mucho tiempo. Ocán era el hermano mayor,siempre le había caracterizado la prudencia, la inteligencia y la responsabilidad. Ocán era un joven de 23 años, alto y delgado. Por sus cabellos dorados, sus padres le habían puesto como nombre, Ocan, que significaba sol.

Por el contrario Harachí, el hermano pequeño, era un corazón libre. Le encantaba nadar, correr y hacer ejercicio físico. Siempre decía lo que pensaba sin reparar en las consecuencias. No por ello dejaba de ser una persona de buenos sentimientos. Harachí era un joven de 18 años, alto, como su hermano y, aunque era delgado, era fuerte a causa del ejercicio que hacía cada día. Tenía los ojos y el cabello oscuros, por ello su nombre, Harachí que significaba noche.

Los hermanos no solían salir del bosque que ocupaban desde niños, ya que éste les proporcionaba todo lo que necesitaban para vivir. Cuando se veían obligados a salir de él y entrar en los mercados, para robar cosas que no había en el bosque, no podía dejar de sentir resentimiento hacía la gente, hacia la vida en la aldea.

Cuando, siendo niños llegaban a una aldea con sus padres,no eran bien recibidos, la gente se mostraba arisca, distante y ,en ocasiones, cruel. Ello les había hecho mudarse de aldea en incontables ocasiones. A Harachi todo ello siempre le había parecido incompresible, él y su familia no eran malas personas, no robaban, no hacían daño a nadie pero, aun así, la gente parecía odiarlos allí por donde iban. Un día llegaron a la que sería su última aldea, Curdhen, y se instalaron allí. Sus padres se esforzaban por ser agradables con los nuevos vecinos. Cada mañana mamá saludaba a la gente con una amplia sonrisa de camino al mercado mientras todo el mundo la rechazaba con ademán de asco. Papá había arreglado el pequeño puente de madera que servía para salvar el riachuelo que se situaba a la entrada de la aldea para ,así poder ganarse la amistad de los aldeanos. A pesar de ello ni siquiera el monje había tenido una nota de aprecio y, mucho menos de agradecimiento. Papá decía a mamá por las noche, cuando creían que sus hijos dormían, que no podían seguir así, Debian irse a vivir al bosque. De ese modo Ocan y Harachi viviría felices sin el desprecio de nadie.

Por la mañana temprano unos golpes en la puerta despertaron a Ocan. Éste vio como su padre se acercaba a la puerta y la abría despacio. En los dos meses que habían vivido allí, nadie había llamado a su puerta.De repente, el rostro soñoliento de papa se torno en espanto, como si hubiera visto al mismo diablo. Su cuerpo se sacudió y cerró la puerta de un portazo.

-Dora¡¡- gritó llamando a su esposa.

Dora ya estaba despierta y se estaba sentada sobre el colchón de paja con una expresión parecida a la de su marido.

-Son ellos, verdad?- Preguntó a su marido.
-Si- Respondió él mientras atrancaba la puerta con un tronco.

Afuera se podía escuchar a gente hablando, era un murmullo del que una voz ronca y sonora dio la orden de que salieran de la casa y amenazó con quemarla si no lo hacían.

Papá se sentó junto a mamá y los dos se miraron, como si la situación que mas habían temido hubiera llegado y no pudieran escapar a ella. Después de un rato sus dos rostro ya no mostraban miedo, sus caras reflejaban serenidad y tristeza a la vez.

-!!Dron¡¡- Le dijo Dora- !!los niños, ¿quá pasará con los niños?
-No les pasará nada- Respondió él -porque nosotros estamos aquí-

unos fuertes golpes resonaron en la puerta de madera

-Salid de la casa, es el ultimo aviso- Gritó la voz ronca y sonora desde el otro lado de la puerta.

Papa y mama, (Dron y Dora) se levantaron

-Oigáis los que oigáis, no salgáis de la casa- Dijo Dron a sus hijos con tono autoritario mientras cogía su capa y la de su mujer.
-¿Papá, qué pasa?-preguntó Ocán ,el hijo mayor.
-No pasa nada, amor mio- dijo Dora a su hijo con tono tranquilizador -Quédate aquí con tu hermano y cuídalo,vamos a salir para hablar con esa gente,prométeme no salir pase lo que pase¿puedo confiar en ti?.

-Si, mamá- Le contestó a su madre

-Ocan, tengo miedo- Dijo Harachí a su hermano mientras su madre se acercaba a padre que ya estaba junto a la puerta.

Dron abrió la puerta. en ese instante la gente se levantó en abucheos e insultos. Dron y Dora se cubrieron con sus capas con serenidad, cerrando la puerta tras de sí. Los dos niños, Ocán de 9 años y Harachí de 4, se acurrucaron asustados sin saber muy bien que era lo que estaba pasando. Fuera, las voces, así como los insultos y abucheos, cesaron y el silencio asustó mas a los niños.

-¿Qué pasa, Ocán?- preguntó a su hermano mientras se le abrazaba. Ocán permaneció callado y escuchando atentamente. De repente un gran estruendo rompió el silencio, seguido de gritos desesperados. Desde el interior de la pequeña casa de madera los niños podían escuchar como la gente corría despavorida alrededor de ésta. los fogonazos de luz no cesaron y cada vez que sonaba uno, un destello de luz brillaba por los quicios de la puerta, la gente gritaba y corría. Los dos hermanos se enrollaron en sus capas asustados. Harachi lloraba y ocán lo abrazaba con fuerza. Él también estaba asustado pero tenía que mantenerse firme por su hermano pequeño.

-¿Estarían sus padres bien?- se preguntó Ocán -"oigáis lo que oigáis no salgáis de la casa"- Recordó las palabras de su padre.

De pronto los ruidos cesaron. No se oían ni gritos, ni el estruendo de lo que parecían ser relámpagos, ni se veían destellos de luz, nada; sólo el silencio les rodeaba.
Harachí saco la cabeza de entre su capa y miró a Ocán.

-¿ya se ha acabado?- Dijo con un eco de alivio.

La puerta se abrió lentamente y Dora asomó la cabeza

-¿estais bien los dos?- Preguntó mientras se apresuraba a mirar de cerca a sus hijos.
-Si- Respondió Ocán- ¿Dónde está papá?-

Dron entró por la puerta. Harachí miro a ambos, los dos estaban bien, ni un rasguño. Sólo un poco de polvo cubría sus capas y sus rostros.

-Vestíos, nos tenemos que ir - Dijo Dron a sus hijos con cariño intentando tranquilizarles.
-¿Dónde iremos?- Preguntó su mujer.
-eso no importa ahora- contestó Dron mientras recogía cosas de utilidad y hacia un pequeño ato -Vestíos, no hay tiempo que perder- añadió mientras se disponía a salir de la casa.
-¿A dónde vas?- Preguntó Dora asustada, intentando evitar que su marido saliese -Salgamos por la ventana que da al bosque, es mas seguro-
-Si, es cierto, pero primero debo recoger algo de la cuadra, tú ya sabes qué...- Dijo Dron.

Dora lo miró y entendió a lo que se refería su marido.

-Déjame ir contigo-
-No¡¡- Protestó él- Cuida de los niños, no tardaré.
-pero si vas solo....- Dora no se atrevió a acabar la frase. Dron abrazó a su mujer
-Dora, todos están muertos, no hay nada que temer- La consoló su marido Hablándole casi en un murmullo para que sus hijos no lo escucharan.
-Espera aquí, no tardo nada, no podemos abandonar algo tan importante aquí. Dora dejó marchar a su marido de mala gana, algo ,dentro de su cabeza,le impulsaba a obligarlo a huir por la ventana que daba al bosque, tenía un mal presentimiento, pero no podían dejar aquello en la cuadra. Dora se volvió hacia Harachí y Ocán y mandó a su hijo mayor que se vistiera mientras ella vestía a Harachí.

El ambiente era silencioso y tranquilo pero tenso. Ocán, después de haberse vestido, se acercó a la puerta, quería ver lo que había pasado.
-!!No¡¡- Le gritó su madre- No salgas.
-pero mamá- Protestó Ocán. Dora se acercó a la puerta agarró a su hijo por el brazo y lo empujó ligeramente hacia la cama a la vez que, con el otro brazo quiso cerrar la puerta para que su hijo no viera lo que había en el exterior.

mientras hacia eso, oyó un golpe sordo y amortiguado seguido de un alarido de dolor. Dora reconoció de inmediato que era su marido, abrió la puerta y salió corriendo a la calle llamándolo. Ocán agarró a su hermano de la mano y siguió a su madre. Sobresaltado abrió la puerta y se quedó impactado por la escena que se presentaba ante sus ojos; La calle estaba repleta de personas muertas.Sus cuerpos estaban quemados, todavía humeaban y algunos estaban cubiertos de sangre,entre ellos había tres hombres que parecían monjes. Al otro lado de la calle pudo ver a su madre junto a su padre, éste sangraba abundantemente por la cabeza y mama lloraba desconsolada intentando retenerle la hemorragia con la ayuda de su capa. Los dos hermanos estaban cogidos de la mano con el horror reflejado en sus rostros. Ocán no se atrevía a llamar a su madre y tampoco a acercarse, estaba en estado de shock. Dora estaba muy pendiente de su marido y no había reparado en la presencia de los niños. Harachí lloraba asustado mientras Ocán le tenía de la mano.
Por fin Dora vio a sus dos hijos.
-!!Ocán¡¡- Le grito a su hijo mayor entre la lágrimas, una lágrimas que resbalaban en su bonito rostro moreno.
-Tráeme unos paños. !!Corre¡¡-

Ocán despertó de su estado de conmoción y se apresuró a cumplir lo que su madre le había dicho. Buscó en la casa y no encontró nada, así que le llevó su capa.
Ocán se acercó sobrealentado y le entregó su capa. Dora la cogió sustituyéndola por la suya que estaba completamente empapada de sangre. Al retirarla pudo ver una profunda herida en la parte alta del cráneo de su padre. La sangre no paraba de salir y Dora cada vez estaba más y más nerviosa.

-Mamá, ¿papá se pondrá bien?- le preguntó Harachí a su madre.
-Si, amor mío, se pondrá bueno- Ocan sabía que no era así al igual que Dora, la Hemorragia no cesaba, papa tenía la cara muy pálida y seguía inconsciente.
-¿Quién te ha hecho esta?- Dijo Dora Gritando de furia y dolor. Dora miró a su marido y comprendió que ya no podía hacer nada por salvar su vida.Sintió ganas de gritar y llorar pero, entonces, se retuvo al percatarse de los niños. Ella debía ser fuerte por ellos. Miró a sus dos hijos.Ocán, que no había llorado, empezó a hacerlo pues comprendió que su padre, al que tanto quería, los había dejado para siempre. Harachí seguía abrazado a su hermano mayor que lo abrazaba a su vez. Dora se fijó en las manos de su difunto marido y vio una pequeña y vieja bolsa de tela atada con un cordón,era lo que su marido había ido a buscar, algo que ella ya conocía, algo que había protegido junto a su marido tantos y tantos años.

Lo guardó en su delantal con mucho cuidado.Después miró a sus hijos y comprendió una cosa. Si alguien había atacado a su marido por la espalda causándole la muerte no debía andar lejos, tal vez seguía allí, en algún lugar, mirándolos, esperando para volver a atacar.Dora comprendió que estaban en peligro. Dejó a su marido con mucho cuidado en el suelo ,no sin antes darle un beso en sus tibios labios.

-Venid, hijos- Les dijo con temor mientras se secaba las lágrimas y miraba alrededor. Su cara estaba manchada de sangre, al igual que sus manos y sus ropas,todo ello le daba un aspecto mas desolador si cabe. Harachí y Ocán se le acercaron y Dora cogió en brazos a Harachí mientras ella miraba desconfiada por todos los lados.

-Ocán, no te separes de mí- Le ordenó a su hijo mayor.

Dora miró al fondo de la calle y pudo ver el profundo bosque que allí había, el temido Trájata. Después miró a su marido que se encontraba en el suelo sobre un gran charco de sangre negra.
-Ni siquiera puedo enterrarlo- pensó amargamente.
-Vámonos de aquí- dijo con una voz entrecortada.
-¿Vamos a dejar a papa aquí?- Le preguntó Ocán lo cual, fue como una puñalada en el corazón de su madre.
-no podemos quedarnos aquí, debemos irnos ya- Dijo con un hilo de voz.

Dora comenzó a andar con Harachí en brazos. Ocán le seguía muy cerca. El bosque, Trájata, no estaba lejos, a unos diez metros al final de la calle, se abría un sendero estrecho que conducía al bosque. Si llegaban allí todos estarían a salvo.

El bosque era como un laberinto,espeso y profundo.Cada paso les acercaba más a su refugio. Dora se agachó como pudo con Harachí en los brazos, cogió un trozo largo de madera con forma de garrote y siguió avanzando seguida de su hijo mayor. Sólo quedaban cinco metros para llegar al sendero cuando oyó un ruido entre las cabañas de la derecha. Dora se giró asustada, dejó a su hijo pequeño en el suelo y , con un gesto de prisa, le dijo a Ocán que fuera con su hermano a la entrada del bosque. Ella se quedó vigilando con el garrote en la mano mientras Ocan y su hermano corrían hacia la entrada del bosque.

Cuando los niños llegaron al sendero, Dora se apresuró a ir con ellos, en ese momento, un hombre vestido de negro salió de detrás de unos montones de leña que había a poca distancia de la única entrada del bosque, y se abalanzó sobre ella mientras ,ésta, se acercaba a sus hijos, la intercepto por sorpresa y le clavó un cuchillo en el costado derecho.

-!!Mamá¡¡- gritaron sus hijos. Ella grito por la sorpresa y el dolor pero saco fuerzas, se giró rápidamente e hirió a su atacante con su garrote en la sien derecha. Los dos cayeron al suelo, en ese momento, Dora, intentando superar el horrible dolor en su costado, se levantó y se dispuso a entrar en el sendero donde estaban sus hijos.
El Hombre la agarró por el tobillo y Dora volvió a caer al suelo. Él se abalanzó nuevamente sobre ella con el cuchillo en la mano pero Dora le acertó una fuerte patada con su talón en las narices. Aquel hombre cayó al suelo de nuevo y Dora aprovechó para arrastrarse hasta donde estaban sus hijo.

Ocán la ayudó a entrar en la abertura que el bosque ofrecía. Aquel extraño hombre no tardó en volver a levantarse.Ocan pensó que estaban perdidos, aquel personaje se acercaba hacia ellos. Él y su hermano podían correr pero mama no, ella estaba herida. Mama se arrastró adentrándose en el sendero mientras aquel hombre se acercaba a ella.

Todo parecía perdido pero en ese instante,Una luz iluminó el sendero del bosque, era un rayo de color azul que atravesó de parte a parte al hombre de negro y a un robusto y viejo árbol que, al caer, aplastó al hombre y taponó la salida. Estaban a salvo pero encerrados en el bosque con Dora herida.

Les habia costado mucho andar, sobre todo por mama. Había perdido mucha sangre y casi no se tenía en pie.Ocán tenía mucho miedo. Había visto lo que le había pasado a su padre

-¿y si le pasaba lo mismo a su madre?- Se preguntó. -¿Se quedarían solos en el mundo,en un mundo que no los quería y en el que solo habían conocido el amor de sus padres?-.

Ocán luchaba contra esos pensamientos e intentaba buscar una solución para salvar a su madre. Llegó un momento en el que Dora cayó al suelo. Ocán se acercó deprisa y la incorporó.

-¿Te duele mucho?- Preguntó Ocán a su madre conteniéndose las lágrimas -No te preocupes mamá, te vas a poner bien-

Dora estaba muy pálida y miró a sus dos hijos.

-Escucha Ocán- Le dijo su madre -Tienes que seguir este sendero con tu hermano hasta que lleguéis a una cabaña ,está en un claro, es muy bonita, allí fue donde vivimos hace mucho tiempo.
-Pero yo quiero que vengas con nosotros- Dijo Ocán
-yo no puedo seguir, ve y guarda esto muy bien,no lo pierdas nunca- Ordenó Dora con una voz entrecortada mientras le daba la extraña bolsa de tela.
-pero.... no quiero dejarte aquí- Dijo Ocán que no pudo contener las lágrimas.
-Shhh, no llores, no te preocupes cariño mío- Le dijo esbozando una sonrisa- sólo estoy cansada, me reuniré con vosotros allí-
-Venga, id allí, preparad la casa para cuando yo vaya. Recogeré frutos del bosque y comeremos los tres ¿Qué te parece?-
-Mami, no tardes, ya sabes que tienes que terminar de contarme el cuento- Le dijo Harachí después de darle un beso a su madre.
-Mamá, te quiero- Le dijo Ocán comprendiendo la horrible verdad
-Y yo también, vida mía- Le contestó ella mientras lo besaba con ternura.

Ocán cogió a su hermano de la mano mientras y se fue de mala gana. Mientras se alejaban de ella Ocán la veía sonreía y se dio cuenta de que, a pesar del dolor de su madre, de sus ropas manchadas de sangre y de estar sentada en el suelo, desprendía un aura especial mientras los veía alejarse. Miró la pequeña bolsa que tenía en la mano y cuando volvió a mira a su madre, ésta tenía los ojos cerrados.

Ocán nunca llegó a comprender el porqué unos hombre extraños habían matado a sus padres, esos que les habían dado tanto cariño y les habían enseñado tantas cosas, esos que eran personas tan bondadosas e inteligentes, esas dos personas que siempre habían sido su protección y su cobijo.

 ¿CONTINUARA... ?
Un abrazo, se os quiere
Samvel Areh

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